domingo, 18 de mayo de 2008

PROYECTO CIFRAS.

"Un matemático no es digno de ese nombre, si no es un poco poeta".

WEIRSTRASS


¿POR QUÉ EL NOMBRE DE CIFRAS? según el MEC:

Tiene seis letras, como cursos tiene la Educación Primaria a la que se dirige.

Otra es que empezamos la historia de las Matemáticas inventando unas cifras y seguimos construyendo matemáticas con cifrados en los ordenadores. Principio y evolución.

También se dieron cuenta de que siempre que empezamos algo, lo hacemos desde cero o desde el vacío y esa es su etimología árabe.

Además piensan que sus letras podían coincidir con las iniciales de conceptos que son de las Matemáticas y que como es lógico no están todos, ya que solo tenemos seis letras, para empezar.

Proponen un pequeño paseo por términos que están contenidos en estas seis letras.

La C puede representar a nuestro querido cálculo, base de las Matemáticas, mental, escrito, tecnológico, por exceso o por defecto,...cómputo o cuenta, en definitiva, que se hace con números y signos, que son cifras. Pero que sería de nosotros sin los cardinales, los conjuntos, el círculo o la circunferencia, concéntricas y con su centro, la magia del cono y sus cónicas, sin hallar el cociente o el coeficiente, para entrar y salir de lo cóncavo y lo convexo, usar la calculadora y la propiedad conmutativa, perdidos sin coordenadas, manejando la criba de Eratóstenes, elevando cuadrados al cuadrado, metidos en un cubo lleno de curvas, con permiso de Cantor, Cauchy o Cramer.
La I podría ser la igualdad, la identidad, la imagen de uno mismo buscando el incentro, usando la inducción, la intuición y la imaginación –y sus números- para impulsar la integración de todos nuestros indicios hasta el infinito, con interés, sin intervalos irracionales, convertidos en un isomorfismo.
La F de todos los factores –primos o no-, fundamental en las funciones, de los focos que iluminan las elipses, de las formas primordiales de la naturaleza, la arquitectura o el arte, de las fórmulas que facilitan la búsqueda de las soluciones, de las propias o impropias fracciones, o de los teoremas de Fermat o la elegancia de Fibonacci.
La R, que está en el número real, en el principio de todo lo racional, sea número o razonamiento, en la raíz, cuadrada o enésima, en los radios y sus compañeros los radianes, está, como no, en todas las rectas y en todos los rangos, en las redes y cuando redondeamos, en todo lo que tenga relación, sea relativo al resto o a la resta, o representante del rombo, sin olvidar a Rusell, Riemann o Role.
La A, la primera del abecedario, con la que empieza Abel y su grupo o Apolonio, la tiene el valor absoluto y la adición, que sería del álgebra sin ella, de la altura del triángulo o la amplitud del ángulo, nada tendríamos sin análisis, sin áreas o sin arcos, siempre buscando argumentos, aplicaciones para la aritmética, con la gran propiedad asociativa o a la búsqueda de la razón áurea, base del arte.
La S, por fin, el plural de todas las cosas, un poco secante, a veces, pero imprescindible en todos los segmentos o en los sectores, o en las secciones, en las series, en todos los semiplanos, sean semejantes o no, sin olvidar que pueden ser simétricos, en un sistema con solución, cuyo encuentro es la suma de todos los placeres superiores que proporciona las Matemáticas.
“Y mientras no cejes en descifrar lo oculto de los números y sus danzas, disfrutarás de la belleza del lenguaje con que nos habla el Universo”

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